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El orín de Jude

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Ni siquiera tiene sentido buscar a qué titularle, nace solito. "Me parece un buen título para algo". "Andas inspirado" "¿Por El orín de Jude?" "Sí" Pues a algo debemos ponerle así, El orín de Jude. Quizá debe ser un cuento, algo que se parezca a una fantasía, que por supuesto no tenga nada amarillo, digo. O puede ser la humedad costera que antoja sentarse en una mesita con cervezas a hablar de qué chingados es el orín de Jude. Es una llamado a las viejas prácticas de cuidar la amistad de un Beatle fan y anti eso, pero que se estancan hablando de Revolver. Es la risa, la estupidez selectiva, algo de intención somera, cucharada copeteada de inteligencia, un "hoy no me hables de política" No, honestamente no sé qué es El orín de Jude, pero en algún momento sé que cuando alguien lo diga, tendrá un sentido especial.

20 horas de andanza del Hell and Heaven 2018

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“Me duelen los pies” parece un estado común tras 20 horas de rock, sonrisas, fotografías, cerveza, comida y clima bipolar. Desde un año antes el edén metalero llamado Hell and Heaven tuvo un pronóstico alentador: cuatro padres del metal llegarían a la Ciudad de México como cabezas de cartel, comandantes de ejércitos dueños de himnos para los reunidos en las masas. Es uno de esos parques de diversiones del mundo que late en cada riff y que palpita en solos de guitarra, que estremece en cada beat de batería, que eriza la piel en los acordes de teclado; que cimbra los sentidos en cada línea de bajo, o que destroza los sentidos en cada letra de potente voz. Lugares llenos de adjetivos: multiaromático, sediento, gracioso, familiar, nostálgico, romántico, agresivo, cadencioso, sexi, furioso, ecléctico, ebrio... maloik.Los militares paranoicos, las bodas de un Papa Emeritus como salido del tepito como toda la mercancía no oficial en los accesos del Autódromo Hermanos Rodríguez; par

Chris Cornell, de las últimas voces del rock

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A mediados de los noventas, si bien no odiaba Soundgarden, el concepto grunge no era tan bien aceptado frente a piezas como el Black Album, Season in the Abyss, Appetite for Destruction o Youthanasia, solo por recordar algunos. En sí, era como si llenaran de fresas y crema chantilly el rock de Led Zeppelín, licuado con el punk de The Ramones, un poco (o mucho) de Sonic Youth y Pixies) y pop hasta endulzar. Sin embargo, cuánta sería la influencia del grunge, pero sobre todo de Soundgarden que hasta una emblemática Metallica decidiría sonar como ellos en Load de 1996 y su hermanito Reload de 1997. Los de San Francisco habían decidido sonar con los de Seattle, por moda, por estar acorde a la época. Así que viajé un poco hace el género. A hí estaba el sonido del grunge, y un catálogo como Outshined , Jesus Christ Pose, Spoonman, Black Hole Sun, Fell on black days. O del trabajo en el álbum de culto Temple of the Dog, en el que participan los futuros miembros de Pearl Jam. ¿N

Blizzard of Ozz. Goodbye to Romance, Welcome to Crazy Train

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¿Por qué no me había detenido a escribir algo acerca de Blizzard of Ozz, siendo seguidor de toda la carrera Black Sabbath? Respondiendo como el opus del Ozzy solista en su ópera prima, y a la que decido este espacio, “I don´t konw”. A mi gusto, el cuarteto de Birmingham fue hasta Sabotage, luego, se sabotearon a sí mismos. Technical Ecstasy es el inicio del rompimiento, donde Ozzy empieza a marcar la pauta de sus intenciones como artista, alejada del histórico BS de Paranoid o Master of Reality o Sabbath Bloody Sabbath; y Never Say Day, me parece más un tímido homenaje a The Beatles que un disco sabbathiano. Como sea, dos discos forzados que no desprecio, pero tampoco festejo. Blizzard of Ozz marca una pauta en la historia del rock, primero porque nos regala a un nuevo protagonista y su peculiar estilo, y con ello,a su vez, da la oportunidad a la historia del Sabbath para dar paso a otra etapa histórica con el grandioso Dio. Lo más importante, y sin lo cual dudo que Ozzy

Un Metallica descafeinado, pero Metallica

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Una tarde de amigos. Una experiencia. Eso deja el rock. Esta vez caminé el viaje con roqueros nacientes, unos que viajaron a otras fechas, otros conmigo, pero la misión era la misma, encontrar esa experiencia. Otros que se lo perdieron  pero que viajaron a través de internet o de reseñas. Eso solo lo puede provocar Metallica. Estar, querer estar o querer no estar... estando. Un par de cervezas antes de entrar, reconozco que mi expectativa era baja, ¿o qué se podía esperar con un álbum como “Hardwired… to self destruct”?, que raya en el limbo entre Black Album y la era Load y Reload. Es más, ni siquiera esperaba que tocaran el sensacional Spit out the bone, para mi junto a Now that we´re Dead y Dream no More, los mejores temas de su último álbum. Aún así me pegó al viaje porque estos tipos saben dar shows, son maestros, amos del espectáculo. Ya desde el inicio esa mala intuición sufre otro golpe cuando la organización me quita dos puros que pensaba fumar en el concie

Epitafio musical

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Exponer la vida antes de morir, planearlo, escribirlo, cantarle al tormento de los últimos días no es don de cualquiera, ni una decisión fácil. "¿Al final qupe tanto quiero que sepan de mi?" puede ser la pregunta. Sólo había apreciado a fondo, con cierto grado de hacer un análisis, el trabajo de los últimos años de Freddy Mercury, de su música dedicada a sus debacle, a esos “días que no volverán” como se cantó el mítico líder de Queen. Es precisamente en Innuendo , último álbum con Mercury aún vivo, y de donde también se desprende otro tema autobiográfico, The show must go on, que puede sentirse el epitafio musical de Bulsara. Debe haber algunos otros que preparen su funeral musical, que se autodediquen el drama en el final de la vida y lo comparten con la magnificencia de Mercury con esa intimidad. Me quedo con lo que hizo previo a su muerte, en enero de 2016, David Bowie con el dramático y exquisito Blackstar. Si bien el disco deja un buen sabor de boca

La Manta, de cuando el rock (o lo que sea) puede mostrar su raíz

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Cuando uno revisa el rock mexicano, salvo la tendencia en el boom latinoamericano 80-90's que incluyó presentar propuestas con reflejo identitario (El Circo de Maldita Vecindad o Re de Café Tacvba) se ve cierta fijación por imitar lo que hace el rock mundial.  Así de paso, revisar el trabajo de tantísimas bandas que luchan por el cetro de la mejor banda mexicana es escuchar émulos de U2, Green Day, Radiohead, Portishead, Bjork, entre tantos. Pero de vez en cuando surgen cosas interesantes. Más allá de los de siempre Caifanes-Jaguares, Café Tacvba, Molotov o Maldita Vecindad (quien vive de un álbum) han surgido propuestas aplaudibles como Troker o a quienes dedico un poco de mi pasión musical: La Manta. Si bien la identidad de la agrupación es más folklórica, por el origen xalapeño-huasteca de sus integrantes, así como una propuesta de rescate de piezas clásicas en distintas regiones de la República Mexicana, además con un arraigo que raya en un tributo a las viejas poblacion