Epitafio musical


Exponer la vida antes de morir, planearlo, escribirlo, cantarle al tormento de los últimos días no es don de cualquiera, ni una decisión fácil. "¿Al final qupe tanto quiero que sepan de mi?" puede ser la pregunta.
Sólo había apreciado a fondo, con cierto grado de hacer un análisis, el trabajo de los últimos años de Freddy Mercury, de su música dedicada a sus debacle, a esos “días que no volverán” como se cantó el mítico líder de Queen.
Es precisamente en Innuendo, último álbum con Mercury aún vivo, y de donde también se desprende otro tema autobiográfico, The show must go on, que puede sentirse el epitafio musical de Bulsara.


Debe haber algunos otros que preparen su funeral musical, que se autodediquen el drama en el final de la vida y lo comparten con la magnificencia de Mercury con esa intimidad. Me quedo con lo que hizo previo a su muerte, en enero de 2016, David Bowie con el dramático y exquisito Blackstar.

Si bien el disco deja un buen sabor de boca por la complejidad en el estilo, más cargado al jazz y con algunos elementos electrónicos, la sorpresa en lo personal llegó un año después, justo en el aniversario luctuoso del Starman.
El EP No plan goza de una mayor profundidad en la exposición de la carrera musical desahuciada. Me brinco Lazarus, el primer track, porque debe tener suficientes menciones, y me dirijo directamente al tema homónimo, donde leo su confrontación personal  “Here, there's no music here, i'm lost in streams of sound, here, am I nowhere now?, no plan”.
Luego Killing A Little Time la tercer pista de cuatro donde canta en el coro de una feroz pieza roquera “im falling, man, i'm choking, man, i'm fading, man, and broke and blind”.

Es imposible sentir, imaginar, planificar la salida del mundo, asimilar los últimos días y dejar un legado, un epitafio que a su vez será llevado por generaciones. Freddy logró dejarle al mundo el mensaje de que “el show debe continuar”, mientras que Bowie muestra todo el drama de estar en un lugar donde ya no hace falta planificar, donde solo está lo palpable, los sentible, en un mundo donde ya no queda sueños, donde solo queda matar el tiempo.

Contrastes que solo se entenderán en el trayecto hacia el fin, hacia el que la lucidez permita hacer ese algo que defina la fortaleza humana, los sentimientos, y posicione hasta cierto sitio, la imagen que quieres dejar tatuada en quienes se puede impactar, de a quienes se influye.
Seguiré oyendo los últimos días de Bowie.

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