Votar contra el México indiferente

A más de 200 años de una guerra de independencia y 100 de otra revolucionaria, hoy, México se encuentra en medio de una batalla ideológica, en contra de de la cultura de la indiferencia, esa heredada y alimentada por generaciones. Muchos piensan que es exagerado creer que estamos en medio de una revolución ideológica que tiene los antecedentes vastos del pensamiento juvenil de la década de los sesentas, y que detonó en México con la matanza de Tlatelolco en 1968. El nacimiento del grupo Yo Soy 132, ungido de la raíz del izquierdismo, pero de ese izquierdismo ideológico y no del que colma al partido del sol azteca, es punta de lanza de lo que puede ser una generación despierta, que no lo había estado en muchas décadas. Es cierto también y hay que recalcarlo, que el movimiento actual ha salido como la mayoría, de las mentes hiperactivas en el hervidero de la capital de la república, que concentra a un 15 por ciento de la población nacional, mientras que en los 31 estados restantes solo ha habido, nuevamente, indiferencia. ¿Qué nos jugamos entonces en la elección del domingo? ¿Cuál será el avance?, Que no gane Enrique Peña Nieto?, que se le haga “justicia” a la izquierda y su Andrés Manuel López Obrador?, que el PAN demuestre su estabilidad y tenga una tercera oportunidad de la mano de una mujer presidente en Josefina Vázquez Mota? Creo que el movimiento 132, y otros más que puede surgir para reforzar esta enredadera del sistema político mexicano, tiene más por donde correr. El primer logro del movimiento juvenil fue haber presionado a los medios de comunicación a dar, una apertura por lo menos en imagen, y aunque no se logró un constructivismo en los espacios de mayor audiencia, si tuvieron que mostrar una postura contraria a lo que mostraron con el candidato presidencial del PRI, al que señalan como el “elegido” de las altas esferas. También obligó a los partidos políticos, y sobre todo a los candidatos, a rediseñar estrategias y hacerlas más inteligentes, para poder mostrar un producto que fuera más interesante a la necesidad de los jóvenes y de un país en decadencia en valores. Llamó a las corrientes pensantes a agruparse a favor del movimiento, y en algunos casos lograron adentrarse, sin embargo, hay ciertos sectores que se mantiene imparciales a los partidos políticos de una u otra manera, lograron introducirse, ahí la importancia. Entonces, el valor del movimiento inequívocamente será, que pierda EPN, sino que el movimiento mantenga ese poder de presionar y obligar a modificar conductas intransigentes a las que nos tienen acostumbrados. Será, que los consejos juveniles se mantengan intactos a la euforia electoral y sean visores, analistas e incluso, críticos y inquisitivos de las omisiones o necesidades de un nuevo gobierno, incluso del saliente. De ahí que se deban tomar dos aportes, que específicamente están hoy en manos del candidato Andrés Manuel López Obrador; mantener una contraloría ciudadana, así, con un personaje que tengan un peso y ningún compromiso con el presidente, y segundo, la posibilidad de los plebiscitos, en base a las necesidades de ley, proyectos o reformas. Adelante podría venir la posibilidad de revocación de mandato. Es decir, gane quien gane, México necesita una ciudadanía activa y observadora, interesada en el desarrollo del país y la utilización de los recursos de todos, pero hacer presión de una manera que el gobernante sepa, que en todo momento es vigilado y que debe acatar la voluntad de aquellos grupos, que son por voluntad popular, vigilantes. La tarde de 132 y los movimientos sociales venideros, los activistas y los intelectuales, ahora es mayor. Sí, la voluntad de México puede demostrar al elegir a un presidente o no elegir al favorito, pero la verdadera responsabilidad es mantener la postura que ya cambió un poco el México terco. Vamos a elegir Presidente y la forma en que nos gobierne.

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