La otra infancia
La plática en la plaza principal se torna política, en medio del ruido del tránsito vehicular, las palomas que cruzan entre los árboles y la gente que circula el área comercial. Un bip-bip llama la atención del grupo. En una de las bancas, queda la escena imborrable, real, para muchos normal, para otros insólita. El niño quizá cuenta con 12 años, podrían ser menos, mucho menos. Tiene consigo una cubeta con una docena de gelatinas hechas en casa, las cuales saca para limpiar el escurrimiento de agua. Se antoja tierno. Una gorra estilo reguetonero, short y playera sucia, casi combinable con sus tenis sucios, y cruzada en su pecho, una cangurera. El niño limpia sus gelatinas que parece no ha vendido en todo el día. No pasa del mediodía y el sol es fuerte. Pasa un convoy militar por la céntrica de esa calle, de esa ciudad donde son policía en estos momentos crueles. , ni siquiera se da cuenta que los militares circulan a todos los paseantes de la plaza. Luego saca y cuenta unas monedas, pr