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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Olvidados en su huasteca, acunados por el nopal

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Nadie es profeta en su propia tierra, nada más trillado y cierto. De repente mientras escribo acerca del mítico Rockdrigo, ese que antes de pasar a leyenda se apellidaba González, subrayo esa falta de identidad en los pueblos no ávidos de recordar a sus ilustres. El Bob Dylan mexicano, más chilango que tampiqueño tuvo infancia adolescencia e inicio de su influencia musical en la tropical huasteca. Mientras escuchaba el rock sajón, por las venas entraba el huapango y los tríos, el sonido de la jarana, luego llegaría la armónica. Hijo de músicos, pasar por tantos sonidos sin desperdiciar ninguno no debe ser difícil. Finalmente, como tantos, decide irse a la impresionante urbe capital del México, cuna del mestizaje, el arte, el izquierdismo, tenochtitlanismo y la marginación. Ahí se unió, llevado por el cauce, al surgimiento de una corriente que nacería de las mentes subterráneas, ávidas de letras, esos intelectuales alejados del mainstream mexicano, “los rupestres”, navegando con pirata