Olvidados en su huasteca, acunados por el nopal

Nadie es profeta en su propia tierra, nada más trillado y cierto. De repente mientras escribo acerca del mítico Rockdrigo, ese que antes de pasar a leyenda se apellidaba González, subrayo esa falta de identidad en los pueblos no ávidos de recordar a sus ilustres. El Bob Dylan mexicano, más chilango que tampiqueño tuvo infancia adolescencia e inicio de su influencia musical en la tropical huasteca. Mientras escuchaba el rock sajón, por las venas entraba el huapango y los tríos, el sonido de la jarana, luego llegaría la armónica. Hijo de músicos, pasar por tantos sonidos sin desperdiciar ninguno no debe ser difícil. Finalmente, como tantos, decide irse a la impresionante urbe capital del México, cuna del mestizaje, el arte, el izquierdismo, tenochtitlanismo y la marginación. Ahí se unió, llevado por el cauce, al surgimiento de una corriente que nacería de las mentes subterráneas, ávidas de letras, esos intelectuales alejados del mainstream mexicano, “los rupestres”, navegando con piratas como Toussaint, Bátiz, López o hasta un joven Lora. Las letras del incansable rockdrigo, podría parecer inocuas, pero avalan el conocimiento de la literatura, de la filosofía, son una mezcla, burda quizás, del Hesse y Kafka con el chilango, una riqueza tan explícita como las letras de Monsiváis, ambos, profeta y cronista del nopal respectivamente, contadores de historias. Un temblor se lo llevó junto a su vieja grabadora, para dejarnos una de esas historias más. Hoy, la tumba del rockdrigo está olvidada en Tampico, mientras en el Metro Balderas, si, por la canción plagiada y “famoseada” por Alex Lora, ya tiene una estatua y una placa. Su historia, es solo una de cientos, en este caso, de tampiqueños olvidados, por acordar uno tan cercano, Mauricio Garcés, otro ícono del cine mexicano, reconocido a nivel mundial, pero ignorado en su tierra. La belleza física, histriónica y el carisma, lo han hecho están tan cerca de los grandes ídolos del cine azteca, de la mano del sensacional Tintan o del rústico Cantinflas. Que personajes tan vivos, y nuestro pueblo como siempre, tan ciego. Arroooooz!!.

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