El ejército en la última batalla de Calderón

En parte me he sorprendido del mensaje militar del 13 de septiembre, por el papel que jugaron en la defensa de la imagen de su gobierno, sabiéndose del valor que hoy tienen las fuerzas armadas. El discurso que emitieron diseminado por todo el país, sin duda, nacido de la misma Presidencia de la República, o su Secretaría de Gobernación, y los convirtió en voceros de un Presidente en crisis, agredido y denostado por contrarios, población y partido político. Tal y como lo han hecho hasta el momento, las fuerzas armadas son la principal protección de las instituciones, y el pasado jueves lo fueron de la imagen del mandatario mexicano, Felipe Calderón. Algunos piensan que critico todo, quizá sí, pero esta acción, fue un acto desesperado por lavar la imagen frente a la opinion pública, porque a Felipe Calderón lo culparán de todo, pese a que es un corresponsable, con cierta injusticia. Desde hace meses, su discurso oficial es defender las políticas públicas, salud, educación, infraestructura, desarrollo social, tal como lo hicieron los comandantes de cada zona militar en la conmemoración de la batalla de Chapultepéc. Deslindaron al crimen organizado de los efectos del desempleo y la marginación, y enfatizaron, en medio de una verbena patriótica, las bondades del desarrollo económico y social de los seis años de Calderón. Nuevamente salieron a dar la cara por el gobierno, esta vez sin capucha. ¿Es artera la acción de utilizar al ejército como vocero del gobierno federal y su acciones sociales? Tal vez, pero hoy por hoy, son la única institución con credibilidad, por lo menos en la mayor parte de la población. Pero el mensaje es claro. Un ejército en las calles, habla de un país en crisis, ¿y entonces como se interpreta un país con el ejército en los micrófonos?. Lo cierto es que la plusvalía de las fuerzas armadas, ejército y marina, creció enormemente, de la protección del plan DN III a la prueba más difícil de su historia, donde han salido avantes. Esa es la herencia del presidente, y el nuevo gobernante recibirá un ejército que peleará sus batallas en cualquier campo, como lo hicieron en ésta, la última de Calderón.

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