Un Metallica descafeinado, pero Metallica




Una tarde de amigos. Una experiencia. Eso deja el rock.
Esta vez caminé el viaje con roqueros nacientes, unos que viajaron a otras fechas, otros conmigo, pero la misión era la misma, encontrar esa experiencia. Otros que se lo perdieron  pero que viajaron a través de internet o de reseñas. Eso solo lo puede provocar Metallica.
Estar, querer estar o querer no estar... estando.
Un par de cervezas antes de entrar, reconozco que mi expectativa era baja, ¿o qué se podía esperar con un álbum como “Hardwired… to self destruct”?, que raya en el limbo entre Black Album y la era Load y Reload.
Es más, ni siquiera esperaba que tocaran el sensacional Spit out the bone, para mi junto a Now that we´re Dead y Dream no More, los mejores temas de su último álbum.
Aún así me pegó al viaje porque estos tipos saben dar shows, son maestros, amos del espectáculo.
Ya desde el inicio esa mala intuición sufre otro golpe cuando la organización me quita dos puros que pensaba fumar en el concierto. Sé que los cigarros los venden luego para llevarse algo, pero ¿yo de dónde sacaba otro pinche puro?
Pero el coraje se bajó rápido cuando apenas antes de pisar el foro suenan los acordes del mítico I wanna be your Dog de The Stooges en voz de Iggy Pop, abridor especial, un lujo solo con ello.
¿Había que decir que el legendario Iggy abría a Metallica? Una tercera parte de los asistentes iba a ver esta tremendo sujeto que no paró de moverse en el escenario, mientras menos de la mitad ni siquiera sabía a quién estaban viendo, tristemente.
Aún así Iggy movió a todos con Gimme Danger, la clásica Passenger, Lust for life, Search and Destroy, Repo Man, Sisteen o I´m sick of you, puro rock y punk clásico.
Una placer de una hora 15 minutos de este viejo lagarto al que el cuerpo le pesan los años pero la actitud no, ya desde ahí la experiencia para mi, con una cerveza, estaba llenando el tanque de las experiencias.
Ya pasan de las nueve y el frío cala suficiente y decido que ya no debo retar a nadie con mi playera de “The ultimate Sin” de Ozzy por rehusarme a usar una de Metallica, y me pongo el suéter.
Exactamente a las 9.30 de la noche suena Ecstasy of God de Ennio Morricone, la clásica pieza que adorna la escena principal de The God, The Bad and the Ugly, con Tuco en la pantalla corriendo a través del cementerio Sad Hill en busca del botín perdido; a mi gusto, esta escena inspiró a los de San Francisco para la portada de Master of Puppets, pero eso es otra cosa.
Las luces ya apagadas encienden los celulares y los gritos, y yo pido otra cerveza.
Como si ya supiera el guión escucho las dos primeras rolas Hardwired... y Atlas, Rise, que fortalecen mi temor de no escuchar mi favorita, Creeping Death.
La tercera es ese himno llamado For Whom the bell Tolls que me orilla a cantar y gritar un poco y meterme al concierto.
Por ciento, muchas parejas, muchos chavitos.
Sigue Fuel que me regresa a la pasividad pero enloquece a las masas. La ejecutan bastante bien, pero solo bebo mi cerveza. Sigue The unforgiven, la que extasía a todo el Foro Sol; más de 60 mil personas cantando a todo pulmón es sensacional, digno de recordarse de vibrarse, debo reconocerle algo especial esta vez mientras James intercalando las guitarras eléctricas y acústicas mientras Kirk lleva la batuta de la parte principal que envuelve.
Aún así me siento en un concierto pop y yo quiero trash.
Sigue en el mismo tono Now That we’re Dead, una canción que canto porque me gusta para beber cerveza.
Ésta saca del trance monótono por el performance que sigue del regular solo principal de Kirk: Hetfield, el mismo Hammet y Trujillo dejan sus instrumentos para agarrar un pequeño set de tambores cada quien, y al estilo de Slipknot, hacen su propia versión de batería que emula el original intro de Now that we´re dead con la batería.


Lars les guía en cómo tocar cada uno y juegan con sus tambores para levantar los ánimos, incluyendo a este grinch metalero que disfruta ese intro bataquero que resalta la creatividad del originario de Dinamarca.
Sin duda escuchar esta canción es mi tercer buena experiencia del set list de este viejos, esta noche.
Pero luego sigue Moth into flame   ¬ .¬
Debo hacer hincapié: las canciones me gustan y parecen buenas, más que ello, pero están dentro de la línea del nuevo Metallica.
Otro momento hard es Harvester of Sorrow, una canción que de escuchar invoca al headbangeo y el rock fuerte, pero enseguida la casi popera Halo on Fire.

Después de aquí viene la parte interesante.
Robert Trujillo homenajea a Cliff con ese tremendísimo solo de Pulling Teeth que simplemente oscurece el panorama hasta esa mitad de concierto. No Remorse, del clásico Kill’em All retuerce las entrañas de los más ‘hards’ y provoca, justo atrás de mi un ‘slam’ que nada tiene que ver por el gracioso video del círculo de chavorucos que casi se abrazaban y que se hizo viral en internet. La parte dura de la canción da velocidad al encontronazo y decido que el espectáculo ya no está en el escenario.


Un hombre de gran tamaño y con playera del Chapulín Colorado ríe mientras sus amigos lo impulsan a entrar y se decide colaborar con su dimensión como un tráiler en carretera rodeado de vochos, entra brincando y empujando y varios caen pero todos lo toman como parte y aunque varios caen, afuera reímos y gritamos. Nadie deja de festejar al viejo Metallica.
Uno de los chicos que en medio de la vorágine y su borrachera cayó voltea y me dice “ya no, está cabrón ahí adentro, mejor desde fuera”

Viene la calma ligeramente con Sad But True y One, buenas canciones para pedir una cerveza más y cantar, y esperar que el slam resurja con fuerza con Master of Puppets, y así pasa, más hombres y mujeres se suman al remolino humano y los gritos los alientan a alimentar ese pequeño huracán del metal.
Nuevamente un poco de calma con otra balada Fade to Black, que antecede a Seek and Destroy, lo saltos, gritos y el slam con ese final digno del choque que me recuerdan la gira de 2009-2010 que cerraba con esa canción.



La parte final se enciende con el tremendísimo Battery que nos regala la última parte de la poca velocidad de la noche, y las dos canciones finales que han sido parte del esqueleto de la gira, Nothing Else Matters y Enter Sandman.
Un gran concierto de rock, muchos coros, muchos “uo uo uo”, dedicada a la nueva generación con esbozos a los viejos. Muchos juegos pirotécnicos, escenario impresionante, luces, detalles en el sonido que hacían inteligible la música cuando predominaban los bajos.
Aún así, es Metallica, difícil decir que no fue un gran concierto lleno de buen rock, una selección cuidada para sus nuevos seguidores, pero que merecía un Spit out the Bone o de regreso Creeping Death (como en la tercera fecha).

Definitivamente me quedo con la experiencia.




Fotos: Ocesa

Video: Twitter  

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