20 horas de andanza del Hell and Heaven 2018

“Me duelen los pies” parece un estado común tras 20 horas de rock, sonrisas, fotografías, cerveza, comida y clima bipolar.
Desde un año antes el edén metalero llamado Hell and Heaven tuvo un pronóstico alentador: cuatro padres del metal llegarían a la Ciudad de México como cabezas de cartel, comandantes de ejércitos dueños de himnos para los reunidos en las masas.


Es uno de esos parques de diversiones del mundo que late en cada riff y que palpita en solos de guitarra, que estremece en cada beat de batería, que eriza la piel en los acordes de teclado; que cimbra los sentidos en cada línea de bajo, o que destroza los sentidos en cada letra de potente voz.
Lugares llenos de adjetivos: multiaromático, sediento, gracioso, familiar, nostálgico, romántico, agresivo, cadencioso, sexi, furioso, ecléctico, ebrio... maloik.Los militares paranoicos, las bodas de un Papa Emeritus como salido del tepito como toda la mercancía no oficial en los accesos del Autódromo Hermanos Rodríguez; parque infantil; cine.

Un clima paranoico abrió el festival en viernes con un calor fortísimo que auspició el consumo de cerveza en escenarios, en grupos sentados al pasto, mientras las bandas locales abren los primeros shows.
‘Nat’ Contreras de Ágora agradece poner a los mexicanos en el escenario principal. Luego el culo de Andrés Jiménez agradece el golpe con un vaso recibido, entre los solos de Andres Kisser y los prejuicios sobre el ‘animal’ González.

Cerca de las 6 le toca el recibimiento de la lluvia a Testament en el True Metal Stage, que prácticamente lució completo en todas sus presentaciones, principalmente Brujería, Overkill, Tankard y obviamente los de Chuck Billy.
El Alternative Stage tuvo sus momentos con Bad Religion y Tenacious D.
Pero esa lluvia de viernes, esa lluvia incesante de 4 horas no detuvo, por lo menos no rápido la necesidad de riffs.
La danza erótica bajo la lluvia y los riffs de Dennis Lyxzén de Refused da valor a los que temen a la fuerza de la naturaleza; la incertidumbre ante este post punk hardcore o lo que sea que haga Dead Cross al frente con un impresionante Mike Patton al frente y un soberbio Dave Lombardo atrás deja pasmados de la energía de este experimento que complementa los Retox Justin Pearson y Michael Crane, luego la sensacional presentación de los canadienses Mastodon, que son a su vez la antesala purpura oscura.


Deep Purple da una cátedra de cómo se ejecuta un recital de rock. Hipnotiza generaciones desde hace 50 años y los chavitos bailando son la muestra.
Pasan por Highway Star, Lazy, Strage Kind Woman, Perfect Stragers, Smoke on the Water o Black Night, entre otros clásicos con la voz de Gillan pletórica, candente para una noche húmeda y un poco fría.

El cierre es de Scorpions que mueven las miles de cabezas headbangeras con el rock potente de The Zoo, Rock you like a Hurricane, Tease me please me, Blackout o Black City Nights; o los corazones con sus baladas Still loving you y Wind of change.
Su momento más 'pesado' es el protagonismo en el solo de batería de Mikkey Dee, el ex Motorhead que eleva su kit por los aires mientras ejecuta como un “animal” de The Muppets, posterior al homenaje que los alemanes hacen a Lemmy con Overkill.


El día dos amenaza con otra lluvia: la mayoría carga impermeables, botas, algunos hasta con bolsas atadas con cinta en los pies, pero ese sábado la asistencia es superior. Desde hace días la página de facebook anunció el Sold Out para la noche mayor. Ahí estuvo Saxon mientras la amenaza de la lluvia llegó, pero no se cumplió. 

Los estruendosos Gojira llenan el escenario dando antesala al reverendo Marilyn Manson que evidentemente atrae la atención de multigeneración, una de las últimas estrellas de rock a nivel mundial pese a que el paso de los años le ha ido dejando menos éxitos radiales.
Su llegada es fallida por el pésimo sonido en su turno, su voz perdida entre las guitarras casi imperceptibles, en medio de su coraje y discusión con el equipo técnico.

El rojito Mustaine la sufre pero no igual que Manson, que desempolva sus clásicos del trash metal junto al impresionante Kiko Loureiro, con el cual obtuvo su reciente premio grammy por el ábum Dystopia y el "Megadeth, aguante Megadeth" coro que hizo clásico la hinchada Argentina hace una década para cada presentación de los de San Francisco. Pese a ello, ve salir gran parte de su público atraídos por el duo de Jack Black y Kyle Gass, del clásico del cine musical Tenacious D que se presentan en el escenario al otro lado del parque, el cual luce lleno, al igual que un día antes con Bad religion y que no lograron hacer otras bandas populares de la década como The Darkness.


El turno casi final es para los ‘metal gods’. Las sierras y taladros en forma de guitarra exponen los himnos en la voz de Rob Halford que recorre el escenario, que alienta al público, que saca su potente moto, que aprovecha los efectos de audio para hacer más agudos.
Algunas canciones de su nuevo Firepower mezclados con los clásicos Metal Gods, es poderosísimo himno a la velocidad y el poder que es Painkiller, Breaking the law, You've Got Another Thing Comin' o The ripper, aquella que hiciera propia Tim Owens, el cantantes que supliría a Halford para dos discos en lo que éste regresaba.
Evidentemente muchos vienen por Priest, pese a que Glenn Tipton ya no es parte de la banda, pero sus riffs creados con Downing, otro que hace años dejó al quinteto, son parte del subconsciente metalero que deja pasar estas ausencias mientras que el 'metal god' tomo su posición al frente de los headbangins, induciendo a a romper la ley, a la fiesta después de media noche a gritar pro la venganza.


Ozzy y su voz cansada parecen decepcionar tras un buen inicio con Bark at the moon y el bellísimo Mr. Crowley que abren su recital, anunciado como el último en México, en su gira de despedida.
Hace años algunos periodistas del rock cuestionaban a Tonni Iommi el porqué hacer casi inamovible el setlist de la gira de despedida de Black Sabbath, argumentando que Osbourne ya no alcanzaba algunas canciones.
En esa gira, como en 13, el 'madman' hizo un buen trabajo, pero para esta noche es evidente a qué se refería el real 'Iron man'.


Los tonos altos no son alcanzados en I don´t know o Suicide Solution, del clásico Blizzard of Ozz pese a que los logra ocultar en sabrosón Fairies Wear Boots de Black Sabbath.
Algunos comienzan a apartarse decepcionados, pero el foro sigue repleto, mientras los coros de Zakk Wylde y el público tratan de ayudar a este loco que sin embargo, presenta la actitud ante la carencia, el exceso y la vejez.
El calentamiento de voz parece hacer su trabajo y en I don’t want to change the world o el mítico Crazy Train.

Zakk está impresionante junto a su padrino, Cufletos desborda su podería en cada golpe y Blasko y Adam Wakeman están efectivos en bajo y teclados, respectivamente.
Mama I´m coming home regresó a sus setlist en un sus casi 5 minutos memorables con el coro de decenas de miles junto a Ozzy previo al insustituible Paranoid, que cierra la edición 2018 del H&H en una noche fría, pero sin lluvia.
Crueldad de la naturaleza, fallas de audio que deben ser resueltas si quieren posicionarse como un evento de clase mundial, pero un cartel que envidian muchos festivales de este tipo.





Fotos: Hell and heaven Fest, Erik Vargas

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