La Manta, de cuando el rock (o lo que sea) puede mostrar su raíz


Cuando uno revisa el rock mexicano, salvo la tendencia en el boom latinoamericano 80-90's que incluyó presentar propuestas con reflejo identitario (El Circo de Maldita Vecindad o Re de Café Tacvba) se ve cierta fijación por imitar lo que hace el rock mundial. 

Así de paso, revisar el trabajo de tantísimas bandas que luchan por el cetro de la mejor banda mexicana es escuchar émulos de U2, Green Day, Radiohead, Portishead, Bjork, entre tantos.

Pero de vez en cuando surgen cosas interesantes. Más allá de los de siempre Caifanes-Jaguares, Café Tacvba, Molotov o Maldita Vecindad (quien vive de un álbum) han surgido propuestas aplaudibles como Troker o a quienes dedico un poco de mi pasión musical: La Manta.

Si bien la identidad de la agrupación es más folklórica, por el origen xalapeño-huasteca de sus integrantes, así como una propuesta de rescate de piezas clásicas en distintas regiones de la República Mexicana, además con un arraigo que raya en un tributo a las viejas poblaciones nativas de cada zona, la poderosa influencia musical y escénica del saxofonista tamaulipeco, mucho más recargada al jazz (incluso al rock, una muestra es el final casi hardcorero de Mariguana en su ópera prima) a sido punto de referencia para que, revistas especializadas la cataloguen en el género más rico de la historia musical.

A los miembros no les gusta este catálogo, sin embargo, en voz del propio Fernando Eloy, vocalista y quien resalta como líder, en una entrevista que me concedió para Milenio Tamaulipas "lgo de bueno debe tener eso, hay cierta música que está posicionada entre medios masivos, y hay otras que no tanto,pero al final de cuenta lo que hacemos tiene que ver con elementos identitarios, no somos el único grupo que lo hace, incluso ha habido roqueros que lo han hecho, pero mostramos desde nuestra perspectiva, desde la ventana que abre La Manta para ver las cosas de otra manera y siempre preguntarnos a nosotros mismos ¿Qué quiere decir eso de ser mexicano?" (VER LA NOTA) .

Fuera de esa perspectiva, la agrupación presenta un trabajo de exquisita ejecución que los llevó n solo a ser invitados de propia mano del legendario vocalista de Led Zeppelin, Robert Plant a abrir su concierto en México, sino que también fueron parte de un gran festival de jazz (hoy de world music) en Vancouver.

Su disco homínimo sin duda fue una sorpresa, pero más allá de él, me quedo con su segunda grabación, Árbol de Esperanza, el cual además de las interpretaciones, cuenta con composiciones propias y una identidad que, como su título marca, resalta el mensaje de la esperanza en los tiempos difíciles del país.

Desde que abres el librillo de letras y vez el poema, sabes que estás ante un mensaje poderoso acerca del sentido identitario del folklor mexicano.

Y transcurre entre piezas tan sublimes como Pajarillo Jilguero, Plegaria, piezas tan poéticas como Pájaro Prieto, Por tu mirada o La Cantera, incluso de una ejecución obligada a escuchar en varias ocaciones como la autnombrada La Manta.





Otra de esas propuestas mexicanas a las que hay que consumir para obligar que entreguen una nueva obra. 

De mi soundtrack de vida.

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