Perdone, me embarré de elección en el zapato

A mediados del siglo pasado, durante los levantamientos armados y las guerrillas latinoamericanas, algunos líderes, casi todos militares, comenzaron a practicar con mayor regularidad métodos poco ortodoxos para ganar batallas.

Hoy los conocemos igual desde las manos del narco, un sentido diferente: desapariciones forzadas, tortura, asesinato, etcétera. A eso se le llamó “guerra sucia”, una alternativa fuera de los parámetros convencionales para acceder al triunfo en una batalla.

Desde hace un par de décadas, el término se acuña en las formas de atacar a un contrincante político (desde que este se considera un real contrincante).

Entendiendo hasta cierto punto, todo puede ser válido, todo ese bagaje de información pasaría por el criterio del electorado, él administraría qué y cómo consumirlo. Entre la propuesta y el chisme; entre el compromiso y el ventilado de información oscura… pero chinga’o, hoy hay pura información oscura.

Y ni los órganos electorales, ni la ley, han previsto que tanta información basura es un acoso, afecta la integridad del votante, daña su libre postura de elección y lo lleva al terreno de la apatía y de la negligencia, predisponiéndolo al abstencionismo o a ser sujeto de coacción del voto; incluyendo el uso de sistema.

¿No es eso una violación a los derechos humanos?

Ejemplo: por primera vez desde que recuerdo en este gobierno, el procurador General de Justicia de Tamaulipas, sale, poco tiempo después de un bloqueo con narconfuencia -seguido de un informe oficial- a decir qué pasó. Curiosamente éste fue en Hidalgo, uno de los municipios que el PRI señaló por intromisión del narco en la elección… ah y porque sus candidatos les pusieron los cuernos con el PAN.

Días antes pero sobre tras el ridículo segundo debate que abonó nada, la campaña tamaulipeca a la gubernatura se convirtió en una extensa red de drenaje, una letrina, una olla de excremento, y el crimen organizado, sí, el mayor mal de México, en el mayor activo político.

De la mano denuncias, denuncias con fotos de Twitter (jajaja) despensas, folletos, videos, trolls y bots, espectaculares, manifestaciones, alborotadores, publicaciones, millones y millones de pesos convertidos en mierda, que me hace pensar que algunos quieren que ahuyentar el voto.

Solo falta que al estilo Duarte les mande a Yarington y Eugenio para que digan “nombre, sí Cabeza de Vaca cotorrea con nosotros”.

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