La leyenda de los marcianos en Miramar

El hombre es tan fuerte pero sobre todo inteligente que no se puede creer lo supremo de la vida.
No fue suficiente la física y la religión, y durante los siglos produce en autoconsumo lo paranormal y no hay definición científica que lo lleve a lo material.
Se sumerge en la ignominia, la vive y la goza, es un sufrimiento que no solo lo acongoja sino lo hace feliz, lo intranquiliza al grado que duerme cansado, vivienda la esperanza de encontrar “la verdad”, aunque Einstein presentó su fórmula y dogma de “la verdad es relativa”.
Por eso la creencia es una verdad, tan relativa como su surgimiento y su incremento o desvanecimiento.
Pero desde los últimos 60 años el hombre se sintió aun más solo.
Ya no fueron solos los fantasmas, espíritus y seres paranormales los que agobiaron su existencia de raza suprema, sino que su vulnerabilidad pidió más explicaciones que garantizaran que la existencia del ser humano trasgrede el dominio la orden de la naturaleza y no los reduce a un ser que por sí solo nace y muere.
Desde que ‘maduró’ su pensamiento  busca la inmortalidad, busca no llegar al límite, busca no encontrar la extinción y esa misma búsqueda, esa misma vulnerabilidad los lleva al miedo de creer que hay seres, no más fuertes, pero sí más inteligentes.
Los dioses no fueron suficientes para explicar
algunas cosas… y pensó en extraterrestres.
Los Objetos Voladores no Identificados y los seres de otros planetas son más que un sueño o una creencia cargada de ignominia, han pasado han ser un fenómeno que domina todo: la cultura, el pensamiento, la ciencia, la mercadotecnia, la opinión pública, el entretenimiento.
Reciente, frente a Tampico un ciclón, “Dolly” cambió al cuarto para las doce su entrara a tierra programada para Tampico, hacia el sur.
A la gente no le importa la explicación que se vierte sobre corrientes marinas, tampoco el comportamiento errático que demostró días atrás, tampoco importan los graves antecedentes de huracanes como Hilda o Gilberto que dejaron estragos… se elevó la leyenda urbana que dicta que frente a playa Miramar hay una base extraterrestre que ahuyenta a los meteoros.
Es cierto que en las últimas décadas las amenazas terminan por cambiar su entrada a tierra, y eso ha fomentado la creencia.
Es objeto de diversión y memes en las nacientes redes sociales, pero también es causa de debate entre puristas religiosos, entre defensores de lo paranormal y quienes se apegan al materialismo.
Hoy por hoy, lo paranormal es una doctrina más allá de un culto, es orden de fieles seguidores más allá de una fanaticada, que aumenta con el paso de los hechos que nadie busca explicar y del que tampoco muchos tienen intención de dejar de creer, y que sigue enriqueciendo a promotores actores e impulsores.
Es igual que toda creencia, asume las posiciones y entiende lo que no, así pues, ajeno y cercano al hombre.




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