Pre-crónica: El camino rumbo a Black Sabbath en México
Un día el buen Marco toco la puerta del inbox de mi ‘face’,
“¿qué onda loco, vamos a ir a Black Sabbath?”
Cuando nací, ellos tenían 11 años tocando, de hecho, ya
hasta se habían separado y era Dio quien daba nueva forma a la banda. Cuando los
escuché, ya tenían más de 20 años juntos, y un chingo de vocalistas. Aun así me
considero temporáneo.
Ni siquiera contaré la sensación de escuchar Iron Man,
War Pigs, Paranoid, Fairies Wear Boots, NIB, Black Sabbath, Sabbath Bloody
Sabbath, Children of the Grave, Supernaut, Hole in The Sky, Symptom of the
Universe, Megalomania, Under the Sun y todo ese repertorio, de un chingadazo
(Nótese que no toqué en momento alguno los regulares Technical Ectasy o Never Say
Day).
Desde 1998, Iommi, Butler y Ward ya habían conformado un
frente y Ozzy había aceptado unirse. Grabaron reunión, un LP en vivo con dos
rolas más o menos interesantes, las primeras de la alineación original desde el
78, y el anuncio de un disco que nunca llegó.
Posteriormente Ozzy se hizo payaso de una serie
televisiva y entró con ello, al círculo pop, luego, en 2006, entran al Salón de
la fama del Rock And Roll y al estilo de equipo deportivo, retiran el nombre de
la banda de cualquier uso que no fuera la alineación original (Osbourne, Iommy,
Butler, Ward). Por un momento, la posibilidad de un nuevo disco era palpable,
peor muy rápido, esa reunión era algo que parecía lejano.
En 2008, Dio, por segunda vez se reunía con Gezzer y
Iommi, venía el preludio de Dio Years con tres nuevas canciones de la mítica
formación del 80 al 83, que completaban junto al bajo y guitarra original, el
pequeño frontman y el baterista Vinnie Apice.
Vino un disco en vivo y un nuevo álbum bajo el nombre de
Heaven and Hell, por el acuerdo tomado en 2006. Sería la despidida de Ronnie James
Dio de este mundo.
“Yo creo que no le voy a invertir a ese concierto, canta
de la madre, ¿ya oíste las réplicas de los conciertos?”
Creo que yo estaba de acuerdo.
En un inicio, el anuncio de la reunión de Sabbath era
aliento, aun con la mala noticia de que a Ward no le había interesado, y que el
músico invitado en el álbum era en técnico bataco, Brad Wilk , que más que un
juego de palabras que emulaba al nombre del mítico baterista blacksabbathiano,
era responder a la exigencia de alguien experimentado, que no robara
reflectores.
Sin embargo, estaba circulando las primeras
presentaciones de la banda, en las que, siendo honestos, Ozzy no mostraba gran
aporte, pero la dupla Iommi-Butler es sensacional, no pasan los años, machaca
el riff, machaca el beat.
“¿Hijo, quieres ir al concierto conmigo?”
Creo que más allá de convencerme de ir al concierto,
estaba planeando una salida familiar que la justificara. Mención aparte es que “13”,
el nuevo álbum de Black Sabbath es una joya nostálgica. Un remake 2013 de lo
que hizo la banda entre el 69 y el 75.
"Es el inicio del fin o el fin del inicio", pienso cuando escucho el inicio de The end of the beggining.
"Es el inicio del fin o el fin del inicio", pienso cuando escucho el inicio de The end of the beggining.
“no, no quiero ir”, me contesta mi hijo.
En algún momento hay que entender que no para todos tiene
un simbolismo. No soy de los que dicen “vivo para Black Sabbath”, pero sí de
que es el principal soundtrack de mi vida. Un enorme recorrido de mis travesías
van de la mano de una mochila llena de música (casetes, discos, discman,
walkman, reproductor digital, acetato), así que se convierte más en un
sentimiento nostálgico. Aun así, sacrificaría es momento.
-“¿Toda tu vida oyendo a Black Sabbath y no vas a ir?”
-Me sigo preguntando lo mismo
Y llegaron ellas. Una beatliana y una metallica girl
hicieron todo esto. Por eso son mis amigas. Y comencé una crisis existencial de
último momento, chocar con la reventa y el sold out, ‘pegado de junto’ con la
crisis financiera que vive un reportero.
-Compadrito, tu vienes porque vienes.
Esos gritos motivadores de tras de ti son el emulo de un
pie cadencioso ante un son rítmico, una mano estirada ante la mujer esperando
ser invitada a bailar la quizás, mejor canción de la noche, el ‘headbangeo’ en
un buen ritmo, el brinco en un buen beat.
Me contagió la crónica de Mariela, una Beatle esperando
que regrese Mcartney o Star com último recurso; la de Jessica, una metalera enérgica
y apasionada, como somos los metaleros ante la música. Sobre todo de las
motivadoras.
Es la tercera vez que Black Sabbath viene a México, pero la primera que viene con Ozzy y el repertorio original de la banda mítica. Ya había estado en el país con Dio y Tony Martin de vocalista, y luego Heaven and Hell, pero nunca con el gran loco.
Es la tercera vez que Black Sabbath viene a México, pero la primera que viene con Ozzy y el repertorio original de la banda mítica. Ya había estado en el país con Dio y Tony Martin de vocalista, y luego Heaven and Hell, pero nunca con el gran loco.
Ahí estaré, tarde y sin boleto preferencial, pero después de esto, si no veo a nadie más, no importa. Ya me
toca vivir los sueños de otros.
Pues sí viejo, están viejos y Ozzy no canta, pero es Black Sabbath... quizás ya no haya otra oportunidad.
Pues sí viejo, están viejos y Ozzy no canta, pero es Black Sabbath... quizás ya no haya otra oportunidad.
FOTO: http://rocknvivo.com
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