El político en México no es difícil de entender, pero sí de asimilar. Quien no acepte que la izquierda, se encuentra muy cerca de tomar las riendas del país, es porque no ha pisado el estado real de una situación que emerge desde la capital de la república, sin embargo, el candidato de las izquierdas, pisó un tema que nadie ha aprovechado al máximo; credibilidad. El tema del charolazo no es algo censurable, porque es dinero que si bien, en muchas ocasiones permite el manejo dudoso del dinero privado, en la práctica de las aportaciones a las campañas, es algo regular a nivel mundial. Segundo sería el caso que en verdad el candidato no tuviera conocimiento de este pase de charola al sector empresarial, y en el que sus colaboradores se tomaran una atribución en busca de ayudar. La respuesta inmediata era denunciar el hecho, quitar al funcionario de su gabinete virtual y con ello demostrar que habrá mano dura en actos irracionales en la imagen de su futuro gobierno. Tan fácil y no lo hizo. Ese es el peso más grave en la campaña de Andrés Manuel López Obrador y no ha sido señalado a fondo, y ese error, le costaría la campaña. Pero el otro lado es el Pan y su candidata. Justo cuando, gracias a la operación presidencial que ha sido arma efectiva en la elección en los últimos días, un desacierto puede costar muchos esfuerzos. La ejecución de una investigación contra priístas (en las que las autoridades federales mexicanas aportan las pruebas), el cambio de tono en la campaña, la asesoría que recibió la candidata, son valores y capital electoral valiosísimo. Hace solo unas horas, Josefina Vázquez Mota, quien lleva muchos factores potenciales, cometió otro error garrafal; reducir en un discurso a la mujer a una realidad contra la cual lucha la mujer todos los días; la de ser degradada a amada de casa y hembra sumisa. Escuchar a la mujer, hablar de redención diaria por el sentimiento de familia, soportar los atropellos y acallarlos en la noche, e incluso, llamar a condicionar al voto a una actividad sexual, (cuchi cuchi según sus propia palabras) son hoy el riesgo de la elección. Las dos campañas que esperanzan a las masas, se caen en sus propios vicios y el único beneficiado es Enrique Peña Nieto.
El político en México no es difícil de entender, pero sí de asimilar. Quien no acepte que la izquierda, se encuentra muy cerca de tomar las riendas del país, es porque no ha pisado el estado real de una situación que emerge desde la capital de la república, sin embargo, el candidato de las izquierdas, pisó un tema que nadie ha aprovechado al máximo; credibilidad. El tema del charolazo no es algo censurable, porque es dinero que si bien, en muchas ocasiones permite el manejo dudoso del dinero privado, en la práctica de las aportaciones a las campañas, es algo regular a nivel mundial. Segundo sería el caso que en verdad el candidato no tuviera conocimiento de este pase de charola al sector empresarial, y en el que sus colaboradores se tomaran una atribución en busca de ayudar. La respuesta inmediata era denunciar el hecho, quitar al funcionario de su gabinete virtual y con ello demostrar que habrá mano dura en actos irracionales en la imagen de su futuro gobierno. Tan fácil y no lo hizo. Ese es el peso más grave en la campaña de Andrés Manuel López Obrador y no ha sido señalado a fondo, y ese error, le costaría la campaña. Pero el otro lado es el Pan y su candidata. Justo cuando, gracias a la operación presidencial que ha sido arma efectiva en la elección en los últimos días, un desacierto puede costar muchos esfuerzos. La ejecución de una investigación contra priístas (en las que las autoridades federales mexicanas aportan las pruebas), el cambio de tono en la campaña, la asesoría que recibió la candidata, son valores y capital electoral valiosísimo. Hace solo unas horas, Josefina Vázquez Mota, quien lleva muchos factores potenciales, cometió otro error garrafal; reducir en un discurso a la mujer a una realidad contra la cual lucha la mujer todos los días; la de ser degradada a amada de casa y hembra sumisa. Escuchar a la mujer, hablar de redención diaria por el sentimiento de familia, soportar los atropellos y acallarlos en la noche, e incluso, llamar a condicionar al voto a una actividad sexual, (cuchi cuchi según sus propia palabras) son hoy el riesgo de la elección. Las dos campañas que esperanzan a las masas, se caen en sus propios vicios y el único beneficiado es Enrique Peña Nieto.
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