El Mezquite (cuento)


El sereno cae casi tan rápido como el crepúsculo.
Los pasos de Ignacio crujen las piedras aun secas por el calor, de una de las tres calles del pueblo, perpendiculares a la carretera federal, voltea hacia los potreros sin potros, deja la mirada un rato hacia allá y vira a la derecha, hacia su casa y donde antes tenía un taller, el último terreno de la calle.
A unos 20 metros, en un viejo mezquite que sirve de refugio de los niños, cuelga del árbol una figura humana, otros cuatro abajo gritan entre sí.
-Contesta perro, ¿quién es tu jefe?- grita Francisco, mostrando una postura enérgica frente al muñeco, postrando sus manos regordetas en la cintura.
De no ser por la estatura de Paco, la escena de un cuerpo colgando de un árbol mientras un grupo de personas lo observan, desde el oriente y a contraluz, se vería amenazante.
Del mezquite pende un muñeco de trapo viejo y sucio, otrora sábana blanca, y hoy rellena de trapos, hojas de árbol y envases de plástico.
Un pantalón de mezclilla deslavado cubre la parte inferior, mientras que una camisa naranja, de una muy ligera capa de tela poliéster, el desproporcionado torso del modelo.
De lo que simula un cuello regordete, emerge hasta un brazo del mezquite, un mecate gordo y sucio, que sirviera a uno de los chanchos que Romualda, que tiene la más grande cría de cerdos en el poblado de menos de 50 casas, y que le han servido para sacar adelante su familia sin jefe, el cual murió hace 5 años, arrollado por uno de esos viejos camiones que conducen a la capital, que sus choferes manejan “como diablos”.
La atadura que ciñe la horca, deja en su parte superior una bola malformada, que simula una cabeza con una boca mal pintada, y con un paliacate atravesado a tres cuartos de “cabeza” a manera venda, cubriendo los inexistentes ojos.
-¿te crees muy chingón verdad putito?, pues te voy a demostrar quién es el chingón aquí.
-¡dale otra vez para ver si así entiende!.
José, el más pequeño del grupo de cuatro, agarra con sus dos manos la tabla en la que segundos antes recargaba a manera de bastón, su cuerpo de apenas 1 metro y 35 centímetros.
Su postura refleja que el beisbol es más representativo en la árida región, como deporte que el popular futbol.
Flexiona ligeramente las piernas y gira la cadera hasta “el fondo”, para enseguida descargar con fuerza la tabla en la sentadera ficticia del cuerpo colgante.
La acción repite cuatro ocasiones buscando los gritos de Francisco que busca su confesión, y las risas de Mario y Dionisio, que poco a poco se tuercen, al grado que provocan que José cese el castigo, soltar el instrumento de tortura y dejarse caer de rodillas.
-Pinches chamacos, están bien locos- le dice Ignacio a Rosario al cerrar la puerta de Madera y la sonrisa de su rostro.
-ella solo reprocha con la cabeza
A una, Carmen espera a que llegue su hijo Juan Carlos.
El caldo de pollo y arroz ya está cocido, y acaba de ir por una coca de dos litros para cenar.
Al parecer el coraje con él por andar de vago ya pasó, y ahora quiere decirle que podría irse al otro lado, para ver si les va mejor.
Allá un tío podría conseguirle trabajo a Juan, porque las “broncas con la migra y que originó que las empresas comenzaron a desocupar a inmigrantes, hace varios meses, hizo que muchos se regresaran del gabacho, y ahora falta mano de obra.
Mientras mueve el contenido de la olla, solo piensa que sus plantitas podía morirse si los vecinos no le echan la mano con regarlas.
Algunas de las plantas, principalmente las orquídeas, necesitan mayor atención y le ha costado mucho tiempo mantenerlas como para dejar que se mueran solitas. Quizá la vecina Chabela podría cuidarlas, y pues si les va bien enviarle unos dolaritos por la ayuda.
En la parte de atrás, donde está el mayor número de su rústico jardín hay gladiolas, al plantas de albacar, rosas, hasta la planta medicinal nim, que ha resultado milagrosa para muchos males, y del que casi todos los vecinos han ido a cortarle un piecito para plantarlo en su casa.
A lo lejos, se ve el viejo mezquite, donde la mayoría de los padres y abuelos agarraban la borracheras, mientras piensa en la reconciliación.
En la puerta, un Policía Ministerial le informará que el cuerpo de Juan Carlos, fue encontrado ejecutado en un paraje.
Por la mañana y los próximos días, el mezquite será abandonado, Ignacio buscará trabajo en otro lugar, y Francisco, Mario, Dionisio y el pequeño José, no irán a la escuela en una semana.
Los sueños de redención se irán en los próximos años en las lágrimas de Carmen, mientras pide a los chicos del pueblo que no le quiten el tiempo a Juan Carlos, porque luego no se levanta a buscar trabajo.

Dedicado al Gualberto. Aun esperando que llegues a la barda.

Comentarios

omar vargas ha dicho que…
desgraciadamente esa es la vida que estamos padeciendo, hermano vamos a la secu a jugar basquet, porque superman siempre va....

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