La tragedia de la Sierra Tarahumara, lavadero de conciencias


Cuando comencé a ver el impacto emocional en el cognoscitivo social, por la muerte acumulada de al menos 50 miembros de los pueblos rarámuris, en la Sierra Tarahumara, el estado de Chihuahua, que ante su marginación y por efecto impotencia, decidieron quitarse la vida, no pude más que apenarnos por los que nos creemos normales e incluso superiores.
Tan solo porque reacciona ante una tragedia, una historia que flagela los sentidos, que exprime los ojos y que por unos segundos, golpea las conciencias.
Y hoy todos se indignan con las autoridades, cuando todos, léase tal cual, somos cómplices de seguir tolerando con nuestras ignorancia, esta clases de atrocidades.
Porque los tarahumaras, náhuatl, tének, y los pueblos autóctonos del país, han existido siempre, en las mismas condiciones; marginados, olvidados, ignorados, segregados y subvalorados, incluso en nuestro lenguaje,
Aun hoy, el desprecio se combina erróneamente “pinche indio” o “pata rajada”, o con la mofa o burla del lenguaje.
México, como América del sur y del centro, está plagado por una muy rica gama de culturas, variadas, que significan nuestra raíz y esencia, el principio de nuestro origen hasta que fuimos y somos, convertidos en un producto, de mestizaje tras mestizaje.
Hace un año, expresé en los orígenes del Desmenuzadero esa marginación de los pueblos, que deben ser patrimonio de la humanidad por su riqueza histórica, permanencia y mantenimiento de lenguaje.
La conveniencia de mantener la ignominia como una herramienta en tiempos políticos, incluso, para que nunca sepan que hay partidas especiales en el gobierno, para que tengan beneficios mayores, para cuidar su imagen, para cuidar su lenguaje, para promover su modo de vida, protegerlos, fortalecerlos y hacerlos ejemplo.
Esos comentarios causaron efecto con mi censura.
Como en la Sierra Tarahumara, como en la selva de Chiapas, como en la Huasteca, los pueblos indígenas viven de su trabaja diario, de su autoproducción, sumergidos en el fondo de una economía que a nivel mundial, está tocando fondo.
El suicidio de 50 personas habla mal de todos, porque debe morir gente, en historias tristes, para abrir los ojos de un pueblo jodido, económica y moralmente, iniciar una colecta y lavar conciencias, y a eso se le llama no tener madre.
Y digo, no tener madre por no poner atención hasta que alguien demuestra el nivel del país en el que vivimos, y aprovechamos esa tragedia para culpar a quien nos representa.
Donar un kilo de frijol una cobija o una botella de agua, no te hace mejor persona que el que arma la colecta o el que se expresa de manera oficial. ¿Porqué no tener una colecta permanente para los aun millones de indígenas?, o porque no hacer los llamados y las denuncias para que los programas lleguen a ellos, los proyectos productivos, los subsidios, las obras?
Señores no se equivoquen, la crisis que vivimos todos se reflejó solo en los más vulnerables, significa una crisis de identidad
Laven sus conciencias, pero les aseguró, que la semana entrante no recordarán que otros 50 están en la orilla del barranco, y atrás, otros 50 hombres y mujeres desesperados.
Estamos matando nuestras raíces, chingado.

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