Primero que sepan como viven los mexicanos, después el voto.

Un hombre que no sabe a quien gobierna, está lejos de ser una esperanza. Al enviar un mensaje, puede equivocarse en la forma, pero no en el fondo; es la empatía, ponerse en los zapatos de a quien diriges tus palabras, es conocer tu receptor.


Equivocarse en los discursos planeados, en cultura general no es para ser vicerales, son datos y argumentos, se pierden entre las fechas, las citas, los nombres, las cantidades, los valores, los intereses, la política, y en un 80 por ciento son planeados por ajenos, por asesores que cobran por ser expertos en la manipulación de mensajes.

Empero, muy grave sí, es no saber que consume, como vive a quien va tu mensaje, eso es falta de empatía.

El político más popular en el país, Enrique Peña Nieto, aspirante a la Presidencia de la República por el partido más criticado, el PRI, dueño de una imagen bien trabajada, está lejos de saber, como en los reinatos, como vive la plebe, la prole, como compartió su hija en una red social.

El salario mínimo es básico para quien busca dirigir el país, es como se mide la economía popular, y agrandarlo en un 30 por ciento es inconcebible.

La canasta básica es materia política de primer grado, por obligación, por moral, ¡por sentido común carajo!, no se puede desconocer cada uno de los productos, y cuanto valor tiene en el bolsillo del mexicano, para saber si lo que ganan, lo que generas, es acorde a los incrementos, es parte de la inflación o la deflación, del PIB, de todo.

Y aún más en la tortilla, el producto base, la identidad de nuestro pueblo viene en taco, es como desconocer al marichi o al haupango, la raíz azteca y a Diego Rivera, ¡¿pues en que pinche país viven!?.

Esa entrevista en España deja al desnudo la incompetencia e irresponsabilidad, pero sobre todo la insensibilidad de la política mexicana, de la clase gobernante, la que hereda gobiernos y poderes.

Gobernar un estado, buscar la silla presidencial sin conocer como viven eso que tu sangre, tu educación retuitea como prole, no es para alarmarse, es para entristecerse y decepcionarse, y para buscar opciones que sepan como vivimos los mexicanos.

Ahí, veo economía, inversión, política, pero en desarrollo social, en reformas sustanciales para mejorar la calidad de vida, no veo una tortilla de siete pesos ni el salario mínimo de 900 mensuales.

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