El combate Guadalupano

Vi pasar un Juan Diego, uno de apenas de 80 centímetros. El bigote mal pintado no desencaja con la sonrisa sin dientes.
Atrás otro, y otro, y otro. Mientras ellos son cargados y guiados, llevan consigo los ruegos de sus padres.

La fé y la devoción son escudos necesarios en una población que pierde la confianza entre sí mismos. Cuando a esos que decides te representen y deciden por ti, no lo hacen. Y más cuando la esperanza de encontrar alguien que sepa guiar a un pueblo decadente de moral, de fortuna, de alegría, de estabilidad y seguridad, se pierda en el camino de los discursos a las casillas, regresando a casa con una canasta básica vacía.

Los guadalupanos son más allá de una religión. Son un pueblo ávido, urgido de paz y ungido en la fé. Donde creer fervientemente, pedir, llorar, cantar, agradecer, aún cuando no haya mucho, significa fuerza y unión.

Los pequeños Juan Diegos refuerzan la convicción en ese algo, son más allá de la foto y el "borriquito", más allá de la "prole" y el rezo, de los lupitos y lupitas. Los guadalupanos son necesarios para recordar que la esperanza de que las cosas son mejores está en las casas. Lo escuché moverse desde la madrugada por las calles y sus iglesias, entre el viento frío y la humedad, entre el humo de cohetes y las mañanitas.

Así, me detengo unos momentos cada ciertos espasmos de tiempo para escuchar la algarabía, la fiesta, la pregona, el canto, el llanto, creer.

En las calles empedradas de mi pueblo, como en las calles lodosas de mi sierra o las asfaltadas de mi ciudad, la fe camina en manada, canta fuerte a una morena que yo no conozco, pero admiro.

Camina en brazos, en chanclas, en tacones, en llantas, se disfraza en danza, música y vestimentas, pero al final y con los ojos cerrados el fin es el mismo; pedir, y en 99 por ciento apuesto, salud y seguridad.

Un muy pequeño grupo de población combate la guerra actual con balas, con marchas, con denuncia, con leyes, con política y polémica, pero la mayoría, la muy grande mayoría, la prole, los votos, los salarios mínimos, lo hacen con plegarias.

Comentarios

Entradas populares de este blog

The Cranberries en Tampico. Un concierto demasiado grande para una ciudad pequeña

Un genio bipolar. Devin Townsend

De mi soundtrack: Los puentes de esperanza (Brindges in the sky)