Desmenuzadero. Preludio a un asesinato tolerado

En ese momento la carretera no es ni larga ni caliente. 9 de la mañana. Un día normal, caluroso, y aunque regular en la región, nunca te acostumbras a una temperatura sofocante.

Encender el clima para circular la Tampico Valles es igual de necesario que llevar café o ponerse el cinturón de seguridad.

Hay rumores de bandas que roban coches, de tiroteos, de delincuencia, pero las autoridades dicen que nadie puede vivir secuestrado.

Apenas 20 minutos de haber dejado la ciudad, pasar por el pueblo peligroso de Tamos, a 30 kilómetros al noreste de su cabecera municipal Pánuco y a 15 de Tampico, no lo parece tanto.

La carretera en construcción, amplia como para seis carriles, de pronto se convierte en un cuello de botella.

El carril norte-sur del puente-curva recién construido y que cruza las vías del tren, se derrumbó, y para esa circulación se habilitó el viejo cruce en medio de los dos ejes, y el cual con Arlenne se llenó de tierra, y obliga a circular a baja velocidad.

A unos metros, un monumento a los topes mantiene el embotellamiento.

De pronto un sentra que rebasa a gran velocidad la hilera de autos se atraviesa a un bora de reciente modelo.

Dentro una familia se agita. De la violenta unidad bajan tres hombres encapuchados que obligan a bajar a la familia.

El conductor, un hombre ligeramente mayor toma a su niño y se tira al pavimento, que en ese momento no siente caliente. Lo abraza.

La copiloto, una mujer de edad mayor también es obligada a asegurarse en la carpeta asfáltica, "no nos hagan nada".

Una tercera mujer en la parte trasera, con un bebé en brazos se queda en su lugar. Fue elegida rehén.

En medio del robo, decenas de testigos se introducen a negocios, se resguardan atrás de algo, miran desde las ventanas un evento, que ya es recurrente.

Como fondo el llanto, que pide bajar a la mujer y al bebé del vehiculo, uno que ya es tripulado por uno de los sujetos armados, se hace una hilera de más vehículos que atestiguan desde atrás, de norte a sur. Llega otro vehículo con más sujetos.

Los hombres, aparentemente jóvenes, caminan entre la fila de autos, al azar escogen otro auto. El único tripulante es bajado y corre hacia un negocio, mientras la unidad es poseída por los delincuentes.

Atrás un jeep todo terreno, con tres jóvenes a bordo espera la misma suerte. "Váyanse cabrones, órale".

Otro vehiculo, con tres sujetos también es acaparado con toda la tripulación. Finalmente toman otro vehiculo formado.

La unidad que bloquea la carretera, da vuelta en "u", le secunda el vehículo de la mujer y el bebé, que pasan cerca, muy cerca de la familia tirada en la carpeta. Las otras unidades se unen a la caravana.

Se alejan ante los ojos de los dueños; de los que se levantan del pavimento caliente y con los ojos llorosos, de los que salen de los negocios allanados como refugio, de los que ya conocen la historia, de los que ni siquiera se escondieron, de los que arman la historia que contarán más tarde.

"ahorita llegan los militares", dice alguien.

Como profecía, un comando de personal castrense se fija en el lugar, se acomodan, vigilan, revisan, 15 minutos y se cambia de sitio.

Una semana después, una familia será lacerada en tres cuartos en un robo de auto, que termina en enfrentamiento. Nadie dice nada.

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